viernes, 6 de noviembre de 2009

Cuanto más bella es la vida, más feroces sus zarpazos



Me siento como un árbol, donde mis ráices me permiten saber quién soy, mi tronco es el camino que he recorrido y las marcas de mi corteza son las cicatrices, resultado de mil y un errores cometidos en mi vida. En la copa, las ramas, que anidan todo lo que soy, mis amores y desamores, mis miedos y mis ansias, mis anhelos y mis fobias.


Me siento como un huracán, en cuyo centro me encuentro, sin poder moverme, sin poder volar, donde las ideas me atormetan y me rodean.


Me siento en el centro de una gran circunferencia con multiples e infinitas salidas, y me da pavor pensar lo que me puedo encontrar.


Me siento a la deriva de un destino incierto, turbio, que mi cuerpo encamina.


Me siento vulnerable, con mal humor.


Me siento pequeña, y todo lo demás muy grande.


Me siento rota, por dentro y por fuera. He llorado como nunca lo había hecho antes.


Me siento sola, sola y sola, y como él me dijo "ahí te quedas sola", palabras que aún están marcadas en mis pupilas, cuando mi supervivencia no es más que una noche alumbrada por las estrellas y por la luna, que dibujan tu silueta en mi cuepo frágil y débil, viviendo con la esperanza de encontrarme contigo algún día.


Me siento "tachada", excluída, de su lista de amigos, cuando leerle en facebook es como ver "El Hormiguero", es olvidarme de todo, es poner una sonrisa de tonta...y mirar sus fotos es como ver "Perdidos" y perderme en tí.


Me siento sin ganas de hablar, me siento sin creatividad, me siento sin inspiración, me siento sin ganas de trabajar.


Me siento como una piedra pesada en el fondo del mar, que no puede salir a flote.




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